EFE ha hablado con cuatro profesionales para conocer sus impresiones antes de que mañana las peluquerías puedan abrir con cita previa. Son la presidenta de las Empresas de Estética y Peluquería de Bizkaia, Cristina Oñate; Raúl De Andreas, ganador y finalista de premios como AIPP, Despuntan y The World Style Contest, y dos negocios pequeños: Juan Arco y Viviana, de las madrileñas calle Ruiz y Prosperidad, respectivamente.
Las dudas han consumido esta semana al colectivo, por los ERTEs y porque solo iban a poder abrir con un único trabajador en el local, con un cliente. Con esas condiciones, muchos no iban a levantar la persiana, pero este domingo, solo un día antes, un nuevo decreto les permitirá atender a varios.
"Un alivio. Para las grandes, si tienen diez empleados puedes atender a diez clientes. Con las condiciones de antes iba a ser una ruina", describe Oñate.
Por estas dudas, Viviana ha gestionando la agenda "sin dar el ok definitivo de a qué hora vienes, a la espera de que se lo confirmemos". Ahora ya puede levantar la persiana, con sus dos compañeras y salen del ERTE. "Solo somos tres y la peluquería es amplia, y de una persona a otra tenemos más de dos metros. No tenemos problema".
Juan Arco abrirá y con ganas: "Llevamos desde el 13 de marzo cerrados y necesitamos trabajar".
La primera semana van a tener que combinar la atención al cliente con acostumbrarse a los sistemas de protección.
"Tenemos que llevar mascarilla y careta fijo, porque nos tenemos que proteger nosotras. Hay miedo en el sector. La peluquera al menos trabaja por detrás, pero la esteticista está a veinte centímetros. Si estoy haciendo la depilación eléctrica en una barbilla, me separa una lupa", detalla Oñate.
"Lo primero es la salud tanto la nuestra como los clientes. Con miedo se va. En Madrid hay repuntes de contagios, y nosotros con una clienta, aunque tengamos medidas de seguridad, estamos muy cerca. El cliente tiene la obligación de venir con su mascarilla y guantes, pero ha sido muy de repente y estamos esperando a que nos sirvan material", apostilla Viviana.
"Tenemos contacto, no se puede cortar el pelo sin tocar el pelo, es evidente. A ver si nos llega todo el material de los equipos de protección. Tenemos batas desechables, guantes para empezar, pero termómetros de toma de temperatura, o alfombras para eliminar el virus de la suela...ese material no ha llegado", se suma Raúl.
Una vez abiertos, habrá cambios: se acabaron las esperas dentro de la peluquería leyendo una revista. "No puede haber dos personas en la espera, porque al final te mueves por la peluquería y no respetas las medidas de seguridad", describe Viviana.
Habrá que desinfectar y dejar un margen de diez minutos entre clienta y clienta. Juan Arco, que siempre ha trabajado con cita previa, optará por dar citas cada cuarenta minutos, en vez de cada media hora como antes.
"Antes dabas un tinte y mientras la clienta esperaba media hora metías otra persona; ahora no, se van a dilatar mucho los tiempos de atención", alerta Raúl.
¿Y cómo cortar el pelo con las mascarillas: "pues como cuando se presenta alguien con gafas, les pides que se las quiten un momento, que le voy a hacer los laterales", responde Juan.
Viviana y Juan mantendrán los precios. "Esto es una crisis sanitaria y no se puede hacer el agosto en un mes", sostiene Viviana.
Oñate avisa de que puede haber algún euro de aumento, porque la protección supone un gasto: "no puede ser que la clienta pague lo mismo cuando yo estoy pagando el material un 700 por ciento más. Nos quieren cobrar 20 euros por una careta. Hay que cubrir los gastos y sacar un sueldo".
Y habrá que tener un poco más de paciencia para ir a la pelu: Raúl tiene unas 200 personas en lista de espera, Juan tiene lleno hasta el jueves, y Cristina está "con la oreja rayada de atender el teléfono".
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